Ignacio García-Arango Cienfuegos-Jovellanos, nacido en el corazón de Gijón, en el barrio de Cimadevilla, cursó el bachillerato en el Instituto Alfonso II de Oviedo, y finalizó los estudios de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, en 1969, en la Escuela de Madrid.
De inmediato tuvo destino en la Demarcación de Carreteras del Estado en Asturias, en la cual ha desarrollado toda su carrera profesional hasta su reciente retiro, desempeñando todas las funciones del correspondiente “cursus honorum”, hasta alcanzar la máxima de Jefe de Demarcación.
En ejercicio de esas responsabilidades, ha realizado trabajos de planeamiento, proyecto, dirección de obra y coordinación, en una gran parte de las carreteras de Asturias, y en toda su red de autovías como las A-8 y A-66.
En todos esos trabajos, como resaltan los ingenieros dirigidos por él, su principio básico ha sido que “el trazado es lo que más permanece, lo que más aprecia el usuario”. De ahí que en su ámbito de actuación tan montañoso y quebrado, haya sido responsable de multitud de puentes, viaductos y túneles.
Reconocimientos públicos a su labor en los primeros han sido el primer premio CONSTRUMAT, en 1989, al puente de Los Santos; la mención especial, en 1995, a los viaductos de la Concha de Artedo y San Pedro de la Ribera; y el 5º premio internacional PUENTE DE ALCÁNTARA, en 1997, al arco de la Regenta Ana Ozores.
Y como resultado de los segundos, Asturias alberga numerosos túneles excavados en terrenos difíciles por su composición y presencia de agua, a título de ejemplo cabe mencionar el Padrún, Fabares, Llovio, Tezangos, Ordovícico del Faber, Monte Jarrio, Latores, Nora, Priañes, Peñaflor, Niévares, Brañaviella, El Fresno y Villaviciosa; este último excavado al abrigo de muros-pantalla con hidrofresa.
En el campo profesional ha participado en numerosos congresos, cursos y simposios, destacando en el campo de los túneles las siguientes publicaciones: “Incendios en túneles”, de 1994, y “El túnel un paso más en el camino”, en 2012, ambos libros en colaboración con Alberto Abella y Fernando Hacar.
Unida a su preocupación por la estética de las obras, que ha justificado su designación como académico de Bellas Artes, y a su talante innovador, tanto en la construcción, como en el mantenimiento y seguridad de las carreteras, es obligado no olvidar su faceta relacionada con la dignidad y promoción de la profesión, la cual le ha llevado a participar activamente en el asociacionismo funcionarial, y a la presidencia del comité organizador de los dos congresos, habidos hasta la fecha, de los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos funcionarios.